Las despedidas siempre son dolorosas, pero en la Semana Santa de Cartagena son símbolo de júbilo y alegría. La última de las procesiones, la del Domingo de Resurrección, a cargo de la Cofradía del Resucitado, destaca por su viveza, su explosión de luz y sus aires mediterráneos que todo lo impregnan. La Virgen del Amor Hermoso, descansando bajo palio en un trono de estilo andaluz, representa ese sentir antes de adentrarse en el interior del templo de Santa María de Gracia. Enfila la calle del Aire bajo un manto de balcones adornados con banderines alusivos a la Semana Santa y banderas de España. Suenan los últimos aplausos ante el esfuerzo inconmensurable de los portapasos, que enfilan la rampa del templo, para quienes el dolor de finalizar la procesión solo es símbolo de que ya queda menos para el próximo año.