
Balneario romano. Fotografía: Paulino Alacid. Ayuntamiento de Fortuna
Es un monumento de carácter único cuyos elementos más destacables son: un templo dedicado a una triada divina y una imponente piscina, tallada en la roca, donde se recogían las aguas termales. Por hallazgos aislados conocemos la presencia romana en la zona desde comienzos del siglo I a.C., pero será entre finales de este siglo y comienzos del siglo I d.C. cuando los romanos decidan hacer la gran obra de ordenación del espacio y monumentalización del nacimiento que ahora podemos contemplar. Los restos de una hospedería indican que el balneario acogía a personas que venían de lejos, y la abundancia de lucernas encontradas lleva a pensar que muchos viajeros partían o llegaban cuando no había luz de día. Aunque a finales del siglo II d.C. el balneario romano decayó, tenemos evidencias arqueológicas de su uso ininterrumpido desde el siglo III hasta mediados del siglo XIX, momento en que las instalaciones termales se trasladan al lugar que ocupan en la actualidad. La monumentalidad de este enclave, única en el mundo romano, y su existencia en las inmediaciones de la Cueva Negra, hacen que el conjunto tenga una importancia de primer orden para el conocimiento y la comprensión de esta época histórica.
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